El río Paraná atraviesa una de las bajantes más fuertes de su historia y la reducción de su caudal ya deja a la hacienda en algunas zonas de islas en una situación crítica. Los animales, en su desesperada búsqueda de agua y comida, quedan atrapados en la orilla y, debido a su deteriorado estado físico, no pueden salir y mueren. A pesar de que los productores luchan por intentar rescatarlos, no dan abasto.
“Llevamos 50 vacas muertas; solo quedan sus terneros. Las vacas estaban muy débiles, se empantanaron y, al intentar moverse, quedaron tiradas y debilitadas por la falta de alimento”, contó Martín Colón, productor ganadero de San Pedro, en la provincia de Buenos Aires. “Tengo 40 años y nunca había vivido una situación tan mala como esta. Es devastador, tanto emocional como económicamente, porque la pérdida de animales es enorme y la recuperación será difícil”, agregó. Tenía entre 200 y 250 animales. La crisis, según Colón, podría empeorar. En total, se estima que hay entre 8000 y 10.000 cabezas en la zona de islas de este partido.
“Primero tuvimos una creciente que inundó todo; ahora el nivel del río bajó demasiado. La orilla del Paraná está seca, y los animales no tienen dónde tomar agua. Cuando intentan hacerlo, se quedan atrapados en el barro. Además, las fuertes heladas quemaron el poco pasto que teníamos, por lo que ahora están sufriendo por la falta de comida y agua”, explicó.
Para enfrentar esta situación, el productor está reuniendo la mayor cantidad de animales posible y convirtiendo los corrales en una especie de feedlot, donde suplementan con alimentos balanceados y agua. “Estamos tratando de mantener a los animales en los corrales y hacer lo posible por rescatar a la mayor cantidad”, dijo.
“Es una bajante feroz, diría que histórica. Hemos visto cosas que nunca se habían visto antes”, expresó Raúl Víctores, expresidente de la Sociedad Rural local y también propietario de campos en las islas. Es que esta crisis no solo afecta al productor Colón, sino que se repite en muchos establecimientos de la zona.
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Víctores apuntó que la bajante ha hecho que, como las costas quedaran entre arenosas y con barro, se formó como un pegote. “Venimos de unas heladas que no se han visto nunca, donde prácticamente no quedó un brote ni pasto. A eso se suma que incide la marea del Río de la Plata, entonces cuando tira el viento del sudeste, el agua sube y eso hace anegar el campo que queda pantanoso. Por la época del año están saliendo brotes verdes arriba de las lagunas, entonces la hacienda, exhausta, se larga a comer. Pero al tener un estado corporal malo, entran a comer y no pueden salir”, relató. A esta situación se suma que hay islas con una barranca muy alta: la hacienda baja a comer o tomar agua y después no puede subir.
Para enfrentar esta situación, Víctores señaló que los productores realizan recorridos nocturnos con el fin de salvar a la hacienda que quedó empantanada. “Las sacan con lazos, caballos o malacates. No se pueden usar tractores porque no lo permiten cruzar a las islas. Nos ingeniamos con lo que tenemos porque no tenemos otra alternativa”, remarcó.
Añadió que lo que hace más difícil sobrellevar la situación es la dificultad para reunir la hacienda debido al estado del terreno, que complica el tránsito a caballo. “Es una situación que ya hemos vivido antes, pero nunca con la magnitud que estamos viendo ahora; es catastrófico. No hay perspectivas de que el agua suba o se normalice, y que la hacienda no tenga que refugiarse en estos lugares. Ahí radica la problemática”, comentó.
San Pedro tiene una topografía diferente porque muchos productores trasladan el ganado a La Lechiguana, una zona de Entre Ríos con campos muy grandes, y así logran salvar la hacienda. Sin embargo, aquellos que no pueden moverla están en una situación complicada. Además el terreno quedó completamente pelado. No hay pastura debido a las heladas y solo quedan algunos restos secos. La hacienda a veces se ve obligada a abandonar la zona. Los inviernos son muy duros y ahora se suman la bajante e intensas heladas ocurridas.