El Gobierno cierra su primer año con metas cumplidas en el equilibrio fiscal, tipo de cambio y baja de la inflación, mientras la actividad muestra señales mixtas.
La inflación cerraría 2024 en torno al 170%, la actividad se espera que caiga en torno a un 3,8% y se proyecta un superávit primario del 1,7%.
“El primer desafío del Gobierno fue controlar la inflación. El segundo es ganar las elecciones. En términos económicos, el ‘mantra’ sería llegar sin sobresaltos”, analizó Eduardo Levi Yeyati, chief economic advisor de Adcap Grupo Financiero, en una entrevista a DF.
Actividad e inflación
El área de research de BBVA consideró el fin de la recesión en el segundo trimestre de 2024 y espera un crecimiento del 5,5% para 2025, motivado por la inversión y el consumo. La proyección es inferior a una previa, que estimaban un 6%. La corrección responde al “retraso en la regularización del mercado de cambios” que “ralentiza la inversión”.
Desde PWC hablan de un “círculo virtuoso” con mayores exportaciones y superávit comercial sin una corrección cambiaria. BBVA espera un superávit de u$s 14.200 millones.
Levi Yeyati considera que la inflación no fue derrotada, pero sí “contenida”, y habla de “un rebote, que no es crecimiento” de la actividad, pero que sí “será visible”.
El Gobierno proyectó una inflación del 18%, pero BBVA espera un 35%, con probabilidad de que sea menor, pero con un reacomodamiento de precios relativos.
Desde Invecq señalan que la inflación estará ligada a los servicios y la situación cambiaria: si el Gobierno logra unificar el tipo de cambio sin devaluar, se ubicaría entre 18% y 30%.
Sigue el equilibrio fiscal
En este frente, esperan que siga pero ven límites. Desde BBVA marcan que subirá el gasto en jubilaciones por el cambio de la fórmula (que ajusta por inflación) y que los gastos de capital también aumenten por el recorte que sufrieron y las necesidades de mantenimiento de infraestructura.
Para mantener el equilibrio fiscal, señalaron, se deberán aumentar los ingresos “con mayor recaudación o venta de activos del Estado”. PWC agregó que el Gobierno deberá decidir si sigue o no con la baja de subsidios.
Trump, ¿un mundo de posibilidades?
“La combinación de Donald Trump y China, un dólar fuerte y una demanda débil de Asia, afecta al país en la integración y competitividad. Una devaluación no arregla ese problema, pero la apreciación lo agrava”, analizó Levi Yeyati.
Para BBVA, la alineación con Estados Unidos agilizaría inversiones en energía y minería, y confían que puede influir en un acuerdo con el FMI que facilite fondos para asistir a la salida del cepo y la baja del riesgo país.
Esto compensaría posibles caídas en los precios de las materias primas por el fortalecimiento del dólar tras una esperable suba de la tasa de EE.UU., lo que además implicaría mayores pagos de intereses de deuda y mayor recorte del gasto.
Desafíos
El cepo, los ingresos y el apoyo al Gobierno son las dudas. El ritmo de devaluación, señaló el BBVA, ralentizó la acumulación de reservas, condición para una “gradual flexibilización del mercado cambiario”.
“Los riesgos de mediano plazo son un deterioro de la aprobación del Gobierno que obstaculice el equilibrio fiscal y un aumento de tensiones cambiarias ante la demora en la flexibilización” del cepo, concluyeron.
PWC marcó la volatilidad del mercado cambiario y que es probable que los salarios sigan a la baja “en un escenario donde persista el ajuste en la cantidad de empleados”.
“En el largo plazo, ninguna propuesta es sostenible si no se reactiva el crecimiento y salir de la trampa del ingreso medio”, dijo Yeyati.