En 2023 se hicieron, solo en España, más de 200.000 intervenciones de cirugía estética, según datos de la Sociedad Española de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SECPRE). Esta es una cifra muy alta, sobre todo en comparación con la de otros años, que demuestra cómo el sector está en auge. Así, términos como mamoplastia, blefaroplastia o liposucción –las tres intervenciones más frecuentes-, que antes aparecían solo como el último cotilleo en las revistas sobre famosos, son ahora algo habitual en una sociedad cada vez más preocupada por su aspecto físico.
Esta es una noticia positiva para los profesionales que se dedican a ella, si bien esconde otra preocupante realidad que ha venido motivada, principalmente, por este éxito. Y es que, según una nueva encuesta realizada por la Sociedad Catalana de Cirugía Plástica Reparadora y Estética (SCCPRE), la mitad de todas las operaciones de este sector realizadas en Cataluña no fueron hechas por personas que tuvieran la especialidad. “Este tipo de encuestas son algo que hacemos todos los años a modo de acción informativa”, explica el doctor Jordi Mir, vocal de la SCCPRE, que señala cómo en otros países, como Estados Unidos, el porcentaje de intervenciones hechas por no especialistas puede alcanzar el 70%. El estudio se hace a través de un cuestionario que se envía a todos los médicos especialistas en cirugía plástica que estén adheridos a la institución, más de un centenar solo en Cataluña.
Un intrusismo legal
Los resultados de la encuesta, como afirma el doctor, son preocupantes. Más allá de las intervenciones, el 90% de los cirujanos afirman haber tenido que “corregir una intervención previa realizada por un médico sin las competencias necesarias”. Una situación que, en su opinión, se relaciona con el aumento del intrusismo laboral en el sector, algo que casi todos creen que ha ido en aumento en los últimos tiempos. “Este intrusismo”, explica Mir, “se debe a varios factores. En primer lugar, el atractivo económico, al tratarse de un sector en auge y que es muy rentable. En segundo lugar, precisamente esto, que cada vez hay más demanda de cirugías estéticas. Y, por último, la legislación española, que permite que cualquier médico sin la especialidad pueda realizar este tipo de intervenciones”.
Mir hace referencia a unas leyes vigentes de 1958 que permiten a cualquier licenciado en medicina y cirugía realizar cualquier acción médica. “Yo puedo operar un pulmón”, dice Mir, “pero obviamente no voy a hacerlo”. La pregunta, entonces, es por qué muchos otros sanitarios sí se ven capacitados para proceder a realizar una reducción mamaria, por ejemplo. “Es porque se banaliza la cirugía estética, se ve como algo fácil”, lamenta el doctor. “Pero es absolutamente lo contrario: en la cirugía estética tienes que rozar la perfección porque en los resultados siempre tienes que dejar algo mejor de lo que estaba”.
Otro ejemplo de esta banalización, para el médico y sus compañeros de especialidad, es el tema de los másters que a día de hoy se ofertan. “Médicos y enfermeros que van de especialistas solo por tener un máster poco exigente y dudosamente acreditado”, señala uno de los encuestados en el informe de la SCCPRE. Mir está de acuerdo: “Yo me he preparado durante 11 años, seis para la licenciatura y otros cinco de especialidad. Hacer un máster de tres, seis o 12 meses nos parece un despropósito”.
Además, cuando se le pregunta si esos másters son impartidos por cirujanos plásticos con la especialidad, su respuesta es firme: “Por supuesto que no”. Otra cosa es que sean personas que, por ejemplo, hayan obtenido un título fuera de la comunidad económica europea y que por ello no se les haya homologado. “No están obligados a avisar de que no tienen el título oficial”, explica el doctor, que también da algunas claves para saber si la persona que va a realizar la operación está o no especializada: “Hay que desconfiar de una persona que se presenta como un cirujano estético. Nosotros somos cirujanos plásticos, y ahí se engloban tanto las cirugías reconstructivas como las estéticas”. Y añade que, “para asegurarte, siempre puedes buscar a ese médico en la web del colegio oficial de médicos o en la página web del SECPRE”. Otro aspecto importante es el de las complicaciones. Mir considera que muchas personas sin la especialidad nunca las mencionan.
Una esperanza a corto plazo
Hablando de complicaciones, un caso muy mediático en España puede acabar siendo el detonante para que esta situación cambie. Se trata de la muerte de Sara Gómez, una mujer que se fue a someter a una liposucción, una de las cirugías más frecuentes, en un centro privado de Cartagena. Allí, un cirujano cardiovascular sin especialidad en plástica le extrajo grasa del abdomen para ponérsela en los glúteos, pero en el proceso le provocó graves lesiones que provocaron el ingreso de Sara en el hospital con necrosis en la pared abdominal, varias perforaciones gastrointestinales y peritonitis. No la pudieron salvar.
Este caso, junto con otras muertes y también otras negligencias menos funestas vistas en los últimos años -más de 200 recibió en 2023 el Defensor del Paciente- fueron suficientes para que en septiembre de 2022 el Congreso aprobara una proposición no de ley en la que se instaba a regular el campo de la cirugía estética. “Surgió por iniciativa de los familiares de Sara ”, cuenta Mir, “pero como para hacer la ley les está llevando tiempo, de momento lo que podemos hacer es informar a la población de los riesgos que pueden sufrir si no los opera un especialista”.
En abril de 2024, el secretario de Sanidad, Javier Padilla, habló con los padres y los hermanos de Sara, para asegurarles que este mismo verano se presentaría el primer borrador con el listado de operaciones que limitaría las intervenciones quirúrgicas de estética que podrían desarrollar los médicos. Es la llamada Ley Sara, cuyo texto fue sometido a trámite de audiencia e información pública a finales de junio y cuya aplicación se espera para este mismo año.