En los palenques estaban más nerviosos los tetracampeones de Palermo que sus hijos y sobrinos. En la fila 1 de la platea C, la leyenda volvía a emocionarse como tantas tardes de su vida en esa misma cancha, donde dejaba el alma con la camiseta de Coronel Suárez o con la de este mismo club que volvía a hacer historia. Los Heguy son un sello indeleble del polo argentino y mundial. Emocionaron y siguen emocionando. Con juego, con garra, con esa actitud tan característica. Cuando muchos creían que los tiempos buenos ya habían pasado, reverdeció la mística. Y en la cancha 1 de Palermo. ¡Qué locura de temporada!
El Ruso (58), Pepe (57) y Nachi (51) Heguy se enloquecen en cada descanso por transmitirles en un abrir y cerrar de ojos a Cruz y Antonio, ambos de 21 años, los secretos de cómo ganar estos partidos. Lacau (22) y Ruiz Jorba (26) no son Heguy, pero en ese momento es como si lo fueran. En la platea, Alberto Pedro está conmovido por otra tarde mágica que quizá ni soñó. Porque, ¿cómo ganarles a los poderosos y encima en la cancha 1 de Palermo, esa que se traga muchas ilusiones, tengan o no apellido ilustre?
Es una temporada especial la 2024. Con un Palermo más abierto que nunca. No pensábamos que tanto. A los dos equipos de 40 (La Natividad y La Dolfina) se sumaron otros candidatos (La Hache y el nuevo Ellerstina). Tan innovadora es la temporada que tres de ellos a punto estuvieron de compartir la misma zona; incluso los dos de 40. Un par de resultados salvaron el catastrófico escenario que se había planteado a partir de una prueba demasiado arriesgada de la Asociación Argentina de Polo. Esos desenlaces en Tortugas reordenaron el mapa.
Paralelamente a los experimentos, el juego en sí. La Hache logró en Tortugas lo que se le reclamaba: un título. Y lanzó el reto. Seguramente no esperaba este cachetazo. Se le fue el partido esperando que Indios Chapaleufú decayera, se desconcentrara, sintiera “pánico escénico” con chicos debutando en la cancha majestuosa, o bien que los caballos hicieran su trabajo en la segunda mitad. Nada de eso sucedió.
El polo en sí está más parejo, aún cuando en este mismo torneo se dieron también los clásicos resultados abultados. Pero se advirtió en los torneos previos que ya no se gana tanto con la camiseta. Las nuevas generaciones se animan más, maduran un tiempo antes. Llegan a los 20 con más polo, mejores caballos y una experiencia superior a la que tenían otros jugadores en los últimos 20 años. Entonces, los riesgos crecen a la par de las ilusiones.
Chapaleufú venía de un piñazo en el mentón. En su debut, estaba 8-1 arriba contra La Hache Cría & Polo, el equipo intermedio de la Zona A, y lo perdió 12-10. Le vino bien el fin de semana libre para sacarse la bronca y no salirse de foco. Se encontró con el equipo principal de los Ulloa, el desafiante de La Natividad (el campeón), en el grupo, y luego tendría a los hermanos Castagnola. Es decir, en su cabeza podía estar eso de “acá no puedo, el que viene tampoco. Pensemos en el último, contra La Aguada. ¡Qué lástima que dejamos pasar esa chance de arranque”. No pensó en la frustración en sí, sino en cómo vencer ese estado de ánimo. Eso no lo hace un equipo de aprendices.
El golazo de Cruz Heguy de más de 100 yardas
Chapaleufú tiene el motor que en 2023 era de El Overo Z7 UAE. Cambió el nombre e incorporó a Antonio Heguy (hijo de Pepe) en lugar de Lukín Monteverde, convocado por Ellerstina. Otro chasis, pero la misma esencia de grupo, con un año más de kilometraje. Y jamás le pesó la historia. Quizás hasta la haya usado en su favor. ¿Se acuerda del bombazo ante el campeón Santa Ana en 1983? Ahí estaba Alberto Pedro, que 41 años después volvió a movilizarse con sus nietos.
La Hache está en tiempos de procesar los porqués del cimbronazo. No puede quedarse sólo en la ausencia de su mejor jugador (Tomás Panelo) porque es el incorporado de 2024: los otros tres vienen ya de 2023. Y hasta aquí, más allá de esa dualidad que lo lleva de ser un equipo tan avasallante como irregular durante el mismo partido, tenía más para escalar que para desbarrancarse. Fuera de los números en sí, ahora debe mostrar qué tan fuerte es su propio mentón. Perder contra los de 40 goles es una cosa: está dentro de lo previsible. El efecto de algunas caídas tiene alcances desconocidos.
Pura emoción: el Ruso y Cruz Heguy
Para Palermo, en tiempos de otras decisiones que suman y que eran reclamadas por muchos desde hace casi dos décadas, como lo es permitir el acceso gratuito en las primeras jornadas, aflora un tamiz de renovación. Sentir que los impactos no se dan sólo en Hurlingham o Tortugas. Es motivar no sólo a los protagonistas y a los que están descubriendo un mundo nuevo, sino sobre todo a los experimentados que creían que los de abajo son aquellos que pasan por Palermo acumulando experiencia sin dar nunca un salto de calidad. Chapaleufú es algo así como la mejor innovación.