
El Palacio de Gobierno del Perú es el lugar donde se toman las decisiones que guían al país. Sus muros guardan los momentos en que se definen los pasos hacia el futuro. Es como un puente entre el pasado y el presente, donde se trazan los caminos que afectan a todos.
Dentro de sus salones, las reuniones de las autoridades del Poder Ejecutivo se convierten en rituales que, en teoría, fortalecen el lazo entre el Gobierno y el pueblo. Cada encuentro tiene la intención de reafirmar la responsabilidad de los líderes políticos y de mostrar cómo sus decisiones afectan directamente el destino de la nación.
Mientras se toman decisiones, las construcciones subterráneas de la Casa de Pizarro luchan constantemente contra las inclemencias del tiempo. Pocos peruanos han descendido a explorar estos vestigios, pero muchos se han preguntado quiénes fueron los responsables de su edificación y en qué época fueron levantados.
Túneles y muros de adobe bajo el Palacio de Gobierno
El Palacio de Gobierno se levanta sobre el terreno donde se construyó la casa de Francisco Pizarro, edificada poco después de la llegada de los españoles a Lima. Sin embargo, a mediados del siglo XVI, la Corona española tomó posesión del lugar y lo convirtió en la residencia oficial de los virreyes.
Desde entonces, virreyes y presidentes han habitado este lugar, cuyo subsuelo oculta secretos, pocos de los cuales han sido revelados. Bajo sus cimientos, se hallan túneles y muros de adobe, vestigios de otras épocas que siguen alimentando el misterio de esta histórica edificación.
En el programa ‘A la vuelta de la esquina’ de Plus TV, Gonzalo Torres exploró el sótano de la sede del Poder Ejecutivo con la consigna de mostrar a sus televidentes una realidad poco conocida.
Los muros, inmortalizados por las cámaras del medio citado, exhiben un tono gris que sugiere la solidez de la piedra. Sin embargo, su verdadera esencia es otra: no están hechos de roca, sino de bloques de adobe irregular, una piel de barro endurecida que, contra todo pronóstico, ha sabido resistir los embates del tiempo.
“Estamos en el sótano de Palacio de Gobierno, específicamente debajo del Salón Dorado. Todo este espacio (está) apuntalado porque las técnicas constructivas de los años 30 no nos permitieron llegar a este espacio en las mejores condiciones. (…) En el segundo gobierno de Alan García se descubrió esta pared en el subsuelo”, dijo Torres.
Lo que descubrió el entonces jefe de Estado fue revelado en una reunión celebrada en el Salón Eléspuru, a la que asistieron ministros, embajadores, alumnos del Colegio Mayor Secundario Presidente del Perú y periodistas de medios locales. “Cuando volví a Palacio en 2006 decidí averiguar qué eran esos restos. Con unos albañiles abrimos un pequeño forado un año después y nos encontramos con que se trataba de una pequeña huaca de la cultura Ischma”, contó.
En cuanto a la primera incursión del político aprista en el subsuelo del Palacio, es menester señalar que ocurrió en 1985, año en el que descubrió una pared con una puerta. Al abrirla, encontró un ‘cuarto’ que no formaba parte de la estructura original del predio construido en la primera mitad del siglo XX, sino que era de origen antiguo.
Ahora bien, en las entrañas de la Casa de Pizarro no solo hay muros. Periodistas de El Comercio exploraron los túneles subterráneos del predio, los cuales habían estado en el radar de un sector de la población peruana, aunque sin certeza alguna.
Los periodistas documentaron un intrincado sistema de túneles y catacumbas que datan de la Lima colonial, cuya construcción se calcula que ocurrió hacia 1600. Se supo que uno de estos pasajes conecta con la iglesia de San Francisco, otro con la plaza del Congreso, lugar donde operaba el Tribunal de la Santa Inquisición, y un tercer corredor atraviesa el río Rímac, llegando hasta la Alameda de los Descalzos.
Tras este hallazgo, un sector de la población peruana se cuestionó sobre el propósito de la construcción de los túneles. Debido a que no existe una respuesta definitiva sobre lo encontrado, muchos especularon que pudieron haber servido como refugio para los limeños ante posibles ataques de piratas. También se plantea la hipótesis de que podrían haber sido utilizados como depósitos de tesoros y objetos valiosos.
Finalmente, es preciso mencionar que el historiador Juan Luis Orrego Penagos se refirió al tema en cuestión en un artículo publicado en un blog de la Pontificia Universidad Católica del Perú. “Estaban también los pasajes que comunicaban un lugar con otro, como los caminos que unían tanto las casas coloniales (con el respectivo acuerdo entre los propietarios) como Palacio de Gobierno donde existe un pasaje que tenía como único fin las comunicaciones. Estos caminos subsisten en nuestro suelo, pero, al no haber mucha arqueología colonial, el tema pasa desapercibido”, sostuvo.
Persiste la duda sobre si existen pasajes subterráneos bajo la Plaza de Armas, la Plaza San Martín y los jirones cercanos. Mientras tanto, en la superficie, la ciudad sigue su ritmo con el tráfico, los peatones y los edificios que han visto pasar generaciones.