Como un prestidigitador ante una platea rendida, entre la fascinación y la resignación, Javier Milei termina el año permitiéndose trucos exitosos hasta en terrenos en los que es un novato, como la política, y ante algunos que presumían de ser expertos en ese arte.
Asuntos tan relevantes en materia institucional como el presupuesto nacional, la integración de la Corte Suprema de Justicia o las reglas de juego electorales siguen en la galera del mago, que disfruta mostrándolos y ocultándolos a placer, sin definir siquiera cuándo ni cómo podría usarlos.
Las fotos que el Gobierno armó ayer en la Casa Rosada junto a diputados nacionales radicales (con y sin peluca) son una de las mayores demostraciones del colapso de la estructura política que existía hasta hace poco más de un año, así como de la actual centralidad excluyente del Presidente.
La imprevisibilidad se ha convertido para Milei en una de sus herramientas preferidas para concretar negocios (políticos) muy rentables, al menos en el corto plazo, ante la incertidumbre y parálisis que genera en los ajenos (y también en los propios). Así, parece jugar al gato y al ratón con los opositores dialoguistas y colaboracionistas que se ven sorprendidos a diario con salidas fuera de manual por parte del jefe del Estado y terminan siendo funcionales a su juego.
En medio del avance sostenido, en varios frentes, sobre el Pro residual, que todavía sigue fiel a su creador Mauricio Macri, el Presidente le dedicó, en contraposición, casi tres horas al bloque oficial de la UCR, encabezado por su jefe, Rodrigo de Loredo. ¿El objetivo declarado? Agradecerles, con inusual amabilidad y cercanía, su colaboración legislativa, luego de haberlos maltratado sin piedad a ellos y a sus próceres durante el primer año de mandato. Después de bajar el cuadro de Alfonsín, Milei los abrazó y se dejaron abrazar. Fin.
Por supuesto, la reunión concluyó sin que el prestidigitador mayor les rebelara ninguno de las próximos trucos, que los tendrán por espectadores. Y probables víctimas. Ni siquiera se los preguntaron. Las reglas de juego que regirán en el año electoral que ya está empezando y sobre el que el oficialismo trabaja a destajo, la integración de la Corte, el presupuesto para 2025 y los recursos para las provincias estuvieron ausentes del diálogo o fueron temas gambeteados por el Presidente ante la permisividad de los visitantes.
“Fue una reunión en la que el Presidente nos agradeció y nos trató muy empáticamente. Prometió tener otros encuentros en los que, además, estuvieran miembros del Gabinete para responder algunas cuestiones que llevamos, como la situación de las cajas previsionales, el impacto para las provincias de la anunciada simplificación impositiva o el crítico estado de la red vial nacional. Por eso, no planteamos otros temas de índole política o electoral que podrían haberse tratado si estas reuniones fueran frecuentes”, explicó (aparentemente convencido) uno de los principales referentes de la delegación radical.
Fue la manera que encontraron los diputados radicales de justificar que no demandaran respuestas sobre temas de estrictísima actualidad, en los que muchos de los presentes se juegan su futuro y que atañen a los ciudadanos a los que representan.
Milei con acento riojano
Por un rato, Javier Milei cambió de rol y de piel para hacer de Carlos Menem (las patillas ya las tiene) y conseguir un efecto similar al que lograba el riojano con sus visitantes, según el relato de varios de los asistentes. Aunque en este caso ya había mucha predisposición de los convidados para que el hechizo funcionara.
“Nos trató súper amablemente, nos llamaba por el nombre a varios y nos pidió que lo tuteáramos como excolegas del Congreso que hemos sido. Para nosotros fue una forma de validarnos y de reconocernos después de habernos llamado ratas y otros insultos”, le contó a algunos dirigentes cercanos un De Loredo sorprendido (o extasiado) ante la inusual afabilidad y dedicación a la política del Presidente.
No pareció afectarles al titular de la bancada ni a otros diputados presentes, que han sido más críticos con el Gobierno o más sensibles al maltrato, el hecho de que se llevaran poco y nada concreto de la reunión. Tampoco que tuvieran trato privilegiado los “radicales con peluca”, como se conoce a los cinco diputados que se independizaron de sus pares y rompieron la disciplina partidaria para apoyar al Gobierno en varias votaciones cruciales para la gestión.
La reunión y foto previas de esos legisladores con el presidente de la Cámara de Diputados, Martín Menem, gestor del encuentro, y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, que los cobija y los potencia frente a sus correligionarios, dejó en off side a varios, que prefirieron disimular la operación realizada con premeditación y alevosía.
Bullrich apuntó así a dos frentes. Por un lado, se propuso profundizar su vínculo directo con los radimileístas que fueron en su lista y ampliar la grieta interna en el partido de Alem. Por otro lado (más caro a sus intereses), buscó seguir complicando al macrismo, con cuyo líder ha roto tantos vínculos como los que en su momento rompió con sus anteriores jefes del peronismo revolucionario, del menemismo y de la Coalición Cívica de Elisa Carrió. Haber transitado casi todo el espectro político nacional no le ha impedido ser consecuente ni coherente. Aunque algunos distraídos hoy se sorprendan y la acusen de traición.
Un trofeo de Bullrich y Menem
La imagen de que la reunión fue un trofeo que Bullrich y Martín Menem le ofrecieron a Milei, en desmedro de la identidad radical y, sobre todo, para debilitar a Pro, al que buscan cooptar definitivamente, es compartida tanto por los radicales y el macrismo, como por altos funcionarios mileístas.
“No somos tan ingenuos como para no darnos cuenta de que quisieron usar la reunión para su beneficio político-electoral, pero no podíamos negarnos a una reunión con un presidente elegido democráticamente, que nos reconoce como fuerza política. Además, la mayoría de nuestro electorado banca a Milei”, se sinceró uno de los referentes de la delegación de diputados radicales.
En esa interpretación también manda una mirada hacia la interna partidaria. Aunque parezca extraño, De Loredo y sus acompañantes consideran que el encuentro los valida en su disputa intestina. Como si necesitaran el aval de Milei, en una inusual delegación de autoridad y poder. Hasta las entrañas del más antiguo partido político argentino parece llegar el efecto de la centralidad de Milei. No es nuevo para ellos. Ya les pasó con Néstor Kirchner y Mauricio Macri. La efectos del colapso del último gobierno radical parecen seguir abiertos.
En Pro las cosas no están mejor. El desconcierto abunda y las contradicciones internas crecen frente al avance mileísta.
El desdoblamiento de la elección porteña y la suspensión de las PASO en su bastión, que serán formalizados hoy por el primísimo jefe de gobierno Jorge Macri, son un intento casi de última instancia de preservar el territorio por parte del macrismo, aunque eso pueda entrar en contradicción con su posicionamiento respecto de las elecciones generales.
Mientras tanto, Pro aspira a concretar una sociedad en el plano nacional, que el triángulo de hierro oficialista les muestra y luego les escamotea.
“Nunca sabés cuándo y qué va a hacer. Esa es la ventaja que Milei tiene sobre mí, ser totalmente impredecible. Y eso ahora le funciona”, describe y se lamenta Macri ante sus interlocutores, para explicar la dificultad que encuentra para lograr algún tipo de acuerdo.
Se trata tanto de un elogio como de una admisión de desconcierto, pero es relativizado rápidamente por el fundador de Pro.
“Ya salimos del riesgo de hiperinflación y llegó el momento de ofrecer otros resultados y despegar. Ahora empieza el verdadero partido y ahí la imprevisibilidad juega en contra. Hay que sostener y mejorar la institucionalidad. Por eso, a pesar de la baja de la inflación, de la profundidad del ajuste, de la determinación de Milei para hacer lo que promete y de la sanción del RIGI, todavía la mayoría de los inversores extranjeros miran y esperan, salvo los extractivistas”, amplía Macri, para justificar su posicionamiento discursivo.
La institucionalidad es uno de los puntos desde donde el expresidente busca marcar alguna diferencia para fortalecerse y negociar con el oficialismo.
“Estados Unidos se puede dar el lujo de tener un Donald Trump porque tiene instituciones fuertes y es la principal economía del mundo, pero no es el caso de la Argentina, que no tiene ni una cosa ni la otra”, suele decir.
A ello agrega: “Estamos dispuestos a ir juntos con La Libertad Avanza porque coincidimos en muchas cosas, pero nos tienen que decir cómo y para qué. Si es para seguir transando con los malos, no estamos. Los malos no quieren una Argentina liberal, porque ahí pierden”, dicen que le ha dicho a Milei, sin mucho éxito a la vista.
“Al final, todo indica que nosotros nos llevamos mejor con los votantes y los dirigentes macristas que con Macri, más allá de la relación que él tiene con Javier. Así que seguiremos avanzando por ahí”, dice uno de los funcionarios más próximos al Presidente. El principismo macrista no parece hacer mella. La reunión de este jueves con los diputados radicales así lo indica.
Otro tanto puede decirse del audaz cobijo público que le brindó Milei al jefe del bloque de diputados amarillos, Cristian Ritondo, tras la revelación de propiedades y sociedades off shore de su esposa que aún no ha logrado explicar públicamente, frente al silencio del macrismo. Todo suma.
La imprevisibilidad, el efecto sorpresa y dividir para reinar son un trípode sobre el que se asienta la construcción política mileísta.
Por eso, en Pro buscan una fisura en el triángulo del poder oficialista, pero sin éxito.
La inoperancia efectiva de las conversaciones con el Presidente carcomen al expresidente. La duda de Macri es si Milei le miente cuando escucha y acepta algunos de sus planteos y luego opta por echarles la culpa a Karina Milei y Santiago Caputo por la falta de realización o si está dominado por la influencia de esa dupla, como dicen a su alrededor que le ha explicado su amiga del Gabinete, Sandra Pettovello. Misterios de la santísima trinidad libertaria vedados a la comprensión (lineal) del macrismo y para la racionalidad ingenieril de su fundador.
Demasiadas incógnitas que los adversarios, aliados y aspirantes a socios del oficialismo no logran despejar. La construcción político-electoral resulta hoy tan inextricable para la mayoría de la dirigencia política como la indefinición sobre asuntos más trascendentes.
La integración de la Corte, las reglas de juego electorales o la ejecución del presupuesto 2025 pueden resolverse de un momento para otro, sin preaviso. La imprevisibilidad sigue siendo la herramienta favorita de Milei. Y cuenta con suficiente ayuda para que el truco funcione.