Miles Davis y Bill Evans: del álbum que revolucionó el jazz moderno al modesto cheque de 25 dólares que los distanció

Miles Davis y Bill Evans: del álbum que revolucionó el jazz moderno al modesto cheque de 25 dólares que los distanció
Miles Davis y Bill Evans: del álbum que revolucionó el jazz moderno al modesto cheque de 25 dólares que los distanció

Transcurría el año 1958 cuando Miles Davis, en plena reestructuración de su famoso quinteto, decidió sumar al jovencísimo y talentoso pianista blanco Bill Evans para grabar Kind of Blue, el álbum definitivo del jazz moderno, que plantea un viraje desde la tradición armónica del bebop y el hard bop hacia un lenguaje modal más flexible.

En un principio, el ingreso de Evans trajo cierta controversia en el grupo, ya que la mayor parte del quinteto se había formado musicalmente en las calles y clubes nocturnos, mientras que Bill Evans venía de una formación clásica y académica, con una especial sensibilidad como intérprete que había deslumbrado al propio Miles Davis sentado en la última fila durante un concierto en el Village Vanguard, en Nueva York.

Con la entrada de Bill Evans, el sexteto liderado por Miles Davis completaba su formación con John Coltrane en el saxo tenor, Cannonball Adderley en el sayo alto, Bill Evans al piano (reemplazado por Wynton Kelly en “Freddie Freeloader”); Paul Chambers en el contrabajo y Jimmy Cobb en la batería.

Las sesiones de grabación de Kind of Blue tuvieron lugar el 2 de marzo y el 22 de abril de 1959 en los estudios de Columbia Records, en Nueva York, y casi todas las piezas se hicieron en una sola toma, con mínimas instrucciones de Miles Davis a los músicos.

Misterio y controversia: un cheque por 25 dólares

Como dijo el músico inglés Thomas Ward en All Music: “Blue in Green” es posiblemente la pieza musical más hermosa de Kind of Blue. La interpretación del grupo alcanza nuevos niveles de sutileza y trascendencia, y la obra se beneficia enormemente de la incorporación del pianista Bill Evans, uno de los mayores colaboradores de Miles Davis. De hecho, su parte de piano es magnífica y su solo es una obra maestra de un lirismo inigualable. El tempo de la melodía es audazmente lento y es fácil para el oyente pensar que se desmoronará en cualquier momento. Sin embargo, no es así gracias a la “genialidad de los músicos”.

La composición comienza con un esbozo en el piano, una introducción tenue a partir de la cual comienzan a sumarse la inconfundible trompeta con sordina de Miles Davis, luego sigue John Coltrane con una ejecución profundamente expresiva; Miles regresa con su trompeta para cerrar el ciclo melódico y finalmente vuelve al piano con unas notas pausadas y nostálgicas.

Si bien los créditos originales de todos los temas de Kind of Blue llevan el nombre de Miles Davis, Bill Evans afirmó desde un principio que el verdadero compositor de “Blue in Green”, la pieza central del legendario álbum, había sido él mismo. Según palabras del propio Bill Evans, Miles le había pasado un trozo de papel con un par de acordes garabateados sobre los cuales improvisar y él se había encargado de arreglarlo y montar toda la estructura armónica. Sin embargo, Miles, que parecía no estar muy de acuerdo con esta versión, únicamente escribió su nombre en la partitura como compositor y autor de la pieza.

Ahora bien: ¿Quién es entonces el verdadero autor y compositor de “Blue in Green”? La historia es que efectivamente Miles Davis había encargado a Bill Evans la escritura de la pieza a partir de dos acordes y, bajo esa premisa, el pianista había desarrollado su estructura completa, incluida la melodía y las progresiones armónicas. El punto es que cuando Bill Evans advirtió que no salía acreditado como compositor confrontó a Miles Davis sobre el asunto.

Miles Davis.

La respuesta de Miles no tardó en llegar. Cuenta la leyenda que, como toda compensación, extendió a Bill Evans un cheque por 25 dólares. Un gesto que, más que una compensación económica fue tomado como un insulto en el mundillo del jazz.

Años más tarde, el baterista Jimmy Cobb, último sobreviviente del sexteto original (murió en 2020), comentó en varias ocasiones que la pieza había llegado a la sesión de grabación de la mano de Bill Evans: “Bill trajo ese tema, Miles dijo que era suyo, pero Bill escribió esa melodía tan hermosa”, afirmó en una entrevista para el documental Kind of Blue Made in Heaven.

Otro dato sugestivo es que después de Kind of Blue, Miles Davis nunca volvió a interpretar “Blue in Green” en el estudio, mientras que Bill Evans la grabó reiteradas veces en sus propios álbumes. En Portrait in Jazz, de 1959, incluyó una versión con Miles Davis y Bill Evans en los créditos. Posteriormente, en grabaciones como How my Heart Sings!, de 1962 y en Tokio Concert, de 1973, continuó interpretando la pieza como parte central de su repertorio.

A su vez, expertos musicólogos han señalado que “Blue in Green” tiene todas las características del estilo compositivo de Bill Evans, desde sus progresiones armónicas circulares hasta la estructura de 10 compases y el lirismo melancólico tan característico del pianista norteamericano.

Ahora bien, a favor de Miles hay que considerar el contexto de la época. Historiadores del jazz señalaron que por entonces, a finales de la década del 50, era costumbre que los líderes de bandas reclamaran la autoría de piezas para recibir regalías, una práctica que siguieron figuras como Duke Ellington. Presionado por los compromisos contractuales con la discográfica Columbia Records, Miles pudo haber considerado que su concepto inicial y dirección musical merecían el crédito compositivo.

Así las cosas, el 27 de mayo de 1979, el propio Bill Evans decidió poner fin a la controversia en una entrevista radiofónica emitida en el programa de radio Marian McPartland’s Piano Jazz. Entonces, declaró: “La verdad es que yo [escribí la música]… No quiero montar un caso federal, la música existe y Miles recibe los pagos por los derechos. He conseguido una conexión que no se puede medir en precio, y eso me basta”.​

Con los años, “Blue in Green” se convirtió en estándar de jazz y fue grabada por muchos artistas, desde Herbie Hancock hasta Robert Glasper o John McLaughlin, especialmente a partir de la década del 80.

Sin dudas, una de las composiciones más bonitas jamás escritas por dos genios que, más allá de la controversia, se admiraban locamente.