Los discursos de odio en España se dirigen a políticos, mujeres, inmigrantes y a personas pertenecientes al colectivo LGTBIQ+. Es la principal conclusión del proyecto Hatemedia, la primera plataforma científica que mire la presencia de expresiones de odio en medios digitales en el país. Liderada por investigadores de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), Hatemedia ha analizado cerca de 10.000 mensajes de odio, siendo el 70% dirigidos a los grupos mencionados.
Las webs de medios de información digitales y las redes sociales (Twitter y Facebook) son los canales utilizados para difundir estos mensajes, que atacan “dos pilares esenciales de la democracia: el respeto a la verdad y el respeto al conciudadano que piensa algo diferente a lo que pienso yo”, afirma Julio Montero, codirector del proyecto junto al catedrático Elías Said.
Los mensajes que promueven el odio político se concentran principalmente en webs de medios de comuncación y suponen el 35% de los casos analizados. Otro 35% corresponde a odio xenófobo, misógino o por causas de orientación sexual, mientras que el 30% restante se refiere a un tipo de odio general, sin enfocarse en ningún colectivo concreto. Estos dos últimos se localizan fundamentalmente en las redes sociales.
Los “odiadores” actúan organizados
El estudio de Hatemedia revela que la mayoría de los usuarios que emiten estos mensajes, a los que se refieren como “odiadores”, actúan de forma coordinada “con el fin de repetir ideas destinadas a posicionar narrativas e idas en la opinión pública”, según UNIR.
Los mensajes analizados tenían una intensidad diferente, que los investigadores han valorado del 1 al 4, siendo el 1 mensajes de odio incívico y el 4 amenazas veladas o explícitas. De este modo, el 63% de las publicaciones analizadas promueven un clima de hostilidad mediática (intensidades del 1 al 2), mientras que el 37% incitaban a la violencia mediática (intensidades del 3 al 4) contra colectivos vulnerables.
Según los investigadores, las expresiones de odio se dirigen fundamentalmente a actores políticos, periodistas y a los propios medios de comunicación, a través de los que se dirigen a colectivos vulnerables. En estos mensajes, los “odiadores” comparten ideas racistas, xenófobas, misóginas y LGTBIfobas. Se individualiza así en personas concretas las consignas contra un grupo vulnerable.
Por ello, para muchos el lugar preferido para la incitación al odio son los mensajes en los medios de comunicación. “No significa que los medios, considerados como un colectivo vulnerable, promuevan odio”, aclara Said. “El odio es el cáncer de la democracia, cáncer que, en algunos sitios, o en algunas circunstancias concretas, está adquiriendo niveles metastásicos”, añade Montero.
Una regulación compleja
En España, la regulación del discurso de odio en redes sociales se enfrenta a desafíos significativos, a pesar de los avances en la creación de un marco legal. Estas expresiones están perseguidas tanto en el Código Penal como en diversas leyes autonímicas, pero su aplicación varía significativamente entre las diferentes regiones, lo que crea un entorno legal fragmentado. Esta disparidad en la protección legal dificulta la persecución eficaz de los delitos de odio en un entorno globalizado como es internet, donde las fronteras regionales no limitan la difusión de contenido.