Estados Unidos enfrenta una creciente brecha en esperanza de vida respecto a otros países de altos ingresos, como el Reino Unido, según expone un informe reciente de la Bloomberg American Health Initiative (BAHI). A pesar de compartir economías avanzadas y tendencias similares, como el envejecimiento poblacional y la disminución del tabaquismo, la expectativa de vida en el país norteamericano retrocedió, alcanzando un promedio de 78,6 años, frente a los 81,3 años de Inglaterra y Gales. Esta diferencia de 2,7 años se amplía más en los hombres (3,4 años) en comparación con las mujeres (1,9 años).

El informe señaló que los factores prevenibles son los principales responsables de esta diferencia. Entre ellos se encuentran enfermedades cardiovasculares, sobredosis de drogas, homicidios con armas de fuego, suicidios y accidentes de tráfico. Además, el impacto del COVID-19 y el cáncer contribuyeron a agravar la situación en Norteamérica.

Según el Dr. Joshua M. Sharfstein, director de BAHI, las tasas de homicidios y suicidios con armas de fuego entre menores de 25 años son significativamente más altas en Estados Unidos en comparación con el Reino Unido, al igual que las sobredosis de drogas, que son 4,5 veces más frecuentes.

Sharfstein enfatizó en que la clave no radica en identificar nuevos problemas, sino en ampliar la implementación de intervenciones de salud pública efectivas ya conocidas. Estas medidas, dirigidas principalmente a proteger a los jóvenes, podrían revertir la tendencia actual y mejorar el bienestar general.

Cinco áreas claves para cerrar la brecha

La investigación detalló cinco iniciativas que podrían marcar la diferencia:

• Combatir las enfermedades cardiovasculares: Es crucial aumentar el acceso a tratamientos para la hipertensión, fomentar una dieta más saludable mediante políticas que reduzcan el consumo de sodio y promover más oportunidades para la actividad física.
• Abordar las sobredosis de drogas: Ampliar el acceso a tratamientos con metadona y otros medicamentos para trastornos por consumo de opioides a través de farmacias comunitarias y prisiones podría reducir significativamente las muertes relacionadas.
• Reducir la violencia con armas de fuego: Implementar políticas como las licencias de compra de armas y las órdenes de protección de riesgo extremo demostraron disminuir tanto los homicidios como los suicidios.

• Priorizar la salud mental en jóvenes: Una infraestructura robusta de salud mental comunitaria, especialmente en áreas rurales y desatendidas, puede prevenir suicidios adolescentes mediante una inversión sostenida en servicios de atención psicológica.
• Disminuir los accidentes de tráfico: Incorporar tecnología de velocidad inteligente, sancionar severamente el manejo en estado de ebriedad y exigir pruebas de percepción de peligros en los exámenes de conducción son estrategias efectivas para reducir muertes en las carreteras.