El asesinato de Brian Thompson, CEO de UnitedHealthcare, ha puesto nuevamente en el centro del debate público el peligro que representan las armas fantasmas, un tipo de armamento casero, potencialmente imposible de rastrear, que ha proliferado en los últimos años. Luigi Mangione, el sospechoso arrestado por el crimen ocurrido en Manhattan, portaba una pistola que, según las autoridades, podría haber sido impresa en 3D.
La pistola encontrada en posesión de Mangione, descrita como un arma semiautomática capaz de disparar munición de 9 mm y equipada con un silenciador, representa los riesgos asociados a estas armas, que son fabricadas fuera del control de las autoridades. CNN señaló que se están realizando pruebas balísticas para confirmar si esta fue el arma utilizada en el asesinato del directivo, mientras el caso reavivó los llamados a endurecer la regulación sobre su fabricación y distribución.
Qué son las armas fantasmas
Las armas fantasmas, conocidas oficialmente como armas de fabricación privada (PMF), son dispositivos que carecen de números de serie, lo que las hace virtualmente imposibles de rastrear. Esto representa un desafío significativo para las fuerzas del orden al intentar vincularlas con sus fabricantes o propietarios. Su nombre proviene precisamente de esta capacidad de “desaparecer” del sistema regulatorio tradicional.
Estas armas pueden ser ensambladas en casa a partir de kits de componentes adquiridos legalmente en internet, sin necesidad de pasar por un control de antecedentes.
Los kits, conocidos como 80% lowers, contienen piezas parcialmente fabricadas que no califican técnicamente como un arma hasta que se ensamblan. Además, las armas fantasmas también pueden incluir partes fabricadas mediante impresión 3D, lo que añade un nivel de accesibilidad tecnológica, aunque con limitaciones de fiabilidad.
Un aspecto que preocupa a las autoridades es la facilidad con la que estos artículos pueden ser fabricados. En muchos casos, las piezas pueden ensamblarse en menos de una hora con instrucciones que están disponibles públicamente en internet. Esto ha convertido a las armas fantasmas en una opción atractiva para criminales, menores de edad y personas que no podrían acceder a ellas mediante canales legales.
Impacto en la seguridad pública y criminalidad
BBC señaló que el uso de armas fantasmas en actividades delictivas aumentó de manera alarmante en los últimos años, convirtiéndolas en un foco de preocupación para las autoridades y defensores de la seguridad pública.
Según datos del Bureau of Alcohol, Tobacco, Firearms and Explosives (ATF), en 2022 se recuperaron más de 20.000 armas fantasmas de escenas de crímenes, un incremento de diez veces en comparación con 2016. Este aumento refleja no solo la proliferación de estas armas, sino también su adopción por parte de redes criminales y organizaciones ilegales.
La facilidad con la que estos artículos pueden ensamblarse ha llevado a descubrir talleres clandestinos en viviendas particulares, donde se fabrican y venden decenas de armas fantasmas a compradores en las calles. Estos casos demuestran cómo las armas fantasmas han pasado de ser un pasatiempo de aficionados a un problema de seguridad pública a gran escala.
Regulaciones contra armas fantasmas
La proliferación de las armas fantasmas ha llevado a los gobiernos, tanto estatales como federales, a tomar medidas para regular su fabricación y distribución. CCN resaltó que, en 2022, la administración Biden implementó una normativa que exige que los kits incluyan números de serie y que los compradores se sometan a controles de antecedentes, al igual que ocurre con las armas tradicionales.
Esta normativa busca limitar el acceso descontrolado a estos kits y hacerlos rastreables. Sin embargo, la implementación de esta regulación enfrenta desafíos, tanto logísticos como legales. Fabricantes y defensores de los derechos sobre armas han cuestionado la validez de estas reglas, argumentando que los kits son piezas y no armas completas, por lo que no deberían estar sujetas a las mismas restricciones.
El caso Garland v. VanDerStok, presentado ante la Corte Suprema de Estados Unidos en octubre, representa un hito en este esfuerzo regulatorio. Este litigio aborda la legalidad de las reglas introducidas por el gobierno y su compatibilidad con la ley de armas de 1968. Durante las audiencias, los jueces —incluso aquellos con posturas conservadoras— mostraron disposición a respaldar las nuevas regulaciones, permitiendo que estas sigan vigentes mientras se resuelve el caso.
A nivel estatal, 15 estados, entre ellos California y Nueva Jersey, han implementado leyes para controlar las armas fantasmas. Estas incluyen requisitos como el registro obligatorio de componentes y la limitación de ventas sin licencia. Los resultados iniciales de estas medidas parecen prometedores. Por ejemplo, en Nueva Jersey, las recuperaciones de armas fantasmas disminuyeron significativamente después de la entrada en vigor de las regulaciones federales y estatales, pasando de un promedio mensual de 34.29 entre enero y julio de 2023 a 18.8 entre agosto y diciembre del mismo año.
Aunque estas regulaciones han demostrado tener un impacto positivo en algunas jurisdicciones, el desafío sigue siendo garantizar su cumplimiento efectivo en un entorno donde la tecnología, como la impresión 3D, facilita la fabricación de armas en el hogar sin supervisión. Este aspecto subraya la necesidad de adoptar un enfoque multifacético que combine legislación, monitoreo y educación pública para mitigar el problema de las armas fantasmas.