La producción global de soja crece vertiginosamente, liderada por Brasil y los EE.UU., a un ritmo de 66 y 56% respectivamente, la Argentina se encuentra “estancada” y al borde de la “desinversión” por parte de los actores del principal complejo exportador que asegura, en promedio, u$s 20.000 millones al año.
En las últimas 12 campañas, el comercio que más creció fue el del poroto de soja, 81%, mientras que el de harina, principal producto de exportación argentino se expandió 31% y el de aceite 38%, explicó Javier Preciado Patiño, ingeniero agrónomo y ex secretario de Mercados Agropecuarios, en el marco de una presentación de la Asociación de la Cadena de la Soja (AcSoja), en la Bolsa de Cereales de Buenos Aires (BCBA), este martes.
En término de volumen se trata de 81 millones de toneladas (MMT) de soja contra un incremento de 18 MMT de harina y 3,6 MMT de aceite. A los precios de Chicago actuales equivale a u$s 32.000 millones para el poroto contra u$s 9.800 para los subproductos.

“La Argentina juega en un segmento del complejo que crece a un tercio de lo que crece el poroto”, dijo al anticipar una crisis en la actividad sojera.

“La política de biocombustibles de los EE.UU., basada en subsidios y créditos a largo plazo, tracciona inversiones que incrementa el crushing y la producción de harina de soja, generando más saldos exportables”, indicó el especialista en diálogo con la prensa.

En tanto, aclaró que los mercados de harina de soja son esencialmente los mismos para la Argentina, Brasil y los EE.UU. pero por su posición sobre el Pacífico, además de los incentivos locales, el producto estadounidense tiene “ventajas” de flete.
Por otra parte, indicó que los subsidios al uso de aceites vegetales en los EE.UU. permiten a la exportación ingresar a los nuevos mercados con precios más baratos.
Crisis en puerta
Por eso, de no tomarse medidas adecuadas y a tiempo, la Argentina se enfrenta a serios riesgos, principalmente la caída en el flujo de dólares para la economía y pérdida de ingresos fiscales por derechos de exportación y otros gravámenes, que podría alcanzar los u$s 5.000 millones por año “por efecto de caída de precio y menores exportaciones”.
Para dimensionar el peso del sector sojero en la economía, Preciado Patiño indicó que aportó u$s 183.000 millones a la Argentina en los últimos diez años, lo que equivale a 4 préstamos otorgado por el Fondo Monetario Internacional (FMI) en 2018.
Asimismo, alertó sobre la desinversión en la industria de molienda que puede derivar en cierre o ventas de plantas existentes a capitales extranjeros.

En este punto, dijo que es mayor riesgo para las empresas de capital nacional que no encuentran apalancamiento financiero en un mercado global altamente competitivo.
El efecto pone en juego 40.000 puestos de trabajo, de alta calidad y de los mejores remunerados en el país y, al mismo tiempo expone a los productores a un mayor riesgo de precios dado que “la exportación suele comprar y exportar en el pico de cosecha, mientras que la industria aceitera tiende a comprar en forma extendida a lo largo del año, operando incluso en algunos momentos a contramargen”, explicó Preciado Patiño, director de RIA Consultores.
Medidas urgentes
El sector que aportó u$s 60.000 millones en los últimos diez años a través de derechos de exportación (DEX), se posiciona como el primer proveedor mundial de harina y aceite de soja, productos de valor agregado de la industrialización del poroto de soja pero que compiten con países con políticas más agresivas como EE.UU. y Brasil que además, tiene mas desarrollo del mercado interno.

Por eso, además de la reducción de retenciones e igualación con los cereales, el ex funcionario durante la gestión de Julián Domínguez, apuntó al incremento en el corte interno de biodiesel al 15%, “para retirar aceite de la oferta global, sosteniendo así el precio y generando mejores oportunidades para la harina de soja”.
“En un mercado sobreofertado, donde la producción deba ajustarse por precio, la Argentina lleva las de perder frente a Brasil y los EE.UU. por el impacto de los derechos de exportación”, aseguró.
Asimismo, puso el foco en un tema que por estos días escaló en la agenda a partir de la licitación truncada de la hidrovía: el dragado a 40 pies, un factor clave para el ingreso de buques de mayor porte, lo que redunda en un abaratamiento del flete internacional.
Por último, para mejorar la competitividad de la cadena de la soja argentina, indicó que se necesitan estímulos a la producción como desgravación de Ganancias para semilla fiscalizada y fertilizantes, prevista en la ley original Consejo Agroindustrial Argentino (CAA), representada en el Congreso por el Diputado Atilio Benedetti (RIDA).
Los riesgos en números
Entre 2012/13 y la proyección para 2024/25 la producción mundial de soja crece 59% de 268 a 421 millones de toneladas (MMT), con Brasil liderando el avance con un aumento de 106% (duplica la producción) y los EE.UU. con otro 44%.

En el ínterin, la producción de soja de la Argentina se encuentra estancada en torno a los 50 millones de toneladas, con un pico de 61,4 MMT en 2014/15.
“Se pueden exponer distintas causales respecto de por qué no crece la producción local, pero lo concreto es que la participación de la Argentina en la producción global cayó de 18 a 12% en este lapso, mientras que Brasil aumentó de 31 a 40% y los EE.UU. caen levemente de 31 a 28%”, resumió.
En este lapso, Brasil pasa de 82 a 169 MMT y los EEUU de 83 a 119 MMT pero la producción argentina se encuentra estancada en torno a los 50 MMT.
Además, en los últimos siete años se incrementó la participación de la soja importada en el total de la molienda de 9% en 2022 y 38% en 2023, con un promedio de 16% entre 2018 y 2024.
Datos reales comparando año calendario, señalan que en 12 años, contra 5MMT de aumento para la Argentina, EE.UU. lo iguala y Brasil lo supera con 9 MMT.
La amenaza del norte
En esta puja comercial, la política de los EE.UU. es una “amenaza” para Argentina, indicó el especialista y destacó que este país promueve la sustitución de diésel fósil por renovable otorgando créditos fiscales que ha disparado la instalación de once nuevas plantas de crushing de soja, y la ampliación de 4 más que elevarán la capacidad de ese país en 23% para 2026 hasta unos 75 millones de toneladas sobre los actuales 60 millones.

“Dado que el aceite será consumido internamente para elaborar diésel renovable, se generarán crecientes stocks de harina de soja, que siendo difícil que el consumo interno los pueda absorber, encuentran en la exportación el único camino viable para sostener la ecuación”, y marcó que la penetración de la harina de soja de los EE.UU, viene creciendo sistemáticamente.