Eran las 8 cuando el repartidor llegó con mercadería para entregar en un café de especialidad del casco histórico de San Isidro. Apenas bajó del auto escuchó un ruido que le llamó la atención y volvió sobre sus pasos. Una varilla de hierro subía y bajaba entre los adoquines. En ese momento no lo sabía, pero su curiosidad evitó un robo de modalidad “boquetera” en un banco.
Doce horas después, policías y bomberos bonaerenses descubrieron un túnel de 220 metros de largo y casi 3,60 de profundidad hecho con la intención de ingresar a la sucursal San Isidro del Banco Macro.
El túnel comenzaba en un galpón tipo depósito situado en Chacabuco al 500 y terminaba casi en la puerta de la sucursal bancaria, en Chacabuco 444. Así lo informaron a LA NACION calificadas fuentes del Ministerio de Seguridad.
“El vecino, que escuchó los ruidos, se preocupó porque es cliente del banco. Entonces llamó a la comisaría de la zona. Personal policial se comunicó con los responsables del banco”, dijo una fuente policial.
“Por lo menos, los delincuentes estuvieron un año cavando el túnel”, dijo a LA NACION una fuente de la investigación.
En el depósito elegido por los delincuentes para comenzar el túnel funcionó tiempo atrás un taller de chapa y pintura de autos. En este lugar se encontraron bolsas de arpillera llenas de la tierra que sacaban para hacer el pozo.
El personal de la policía bonaerense y de la Municipalidad de San Isidro que trabajó durante la madrugada no solo halló bolsas de tierra acumuladas una arriba de otra, también encontró colchones, una evidencia de que la banda trabajó de noche.
Los detectives policiales y judiciales que trabajan en la investigación buscaban cámaras de seguridad en las casas y comercios vecinos del deposito y para obtener filmaciones que permitan identificar las personas y los vehículos que entraban en el galpón.
En el lugar se hicieron presentes el fiscal general de San Isidro, John Broyad, y el intendente, Ramón Lanús.
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