Testimonio de un padre que buscó a su hija reclutada por todo el departamento de Cauca: “Ella volvió maltratada”

Entre 1996 y 2016 fueron reclutados más de 18.000 menores de edad por diferentes grupos armados en Colombia - crédito Colprensa

El reclutamiento infantil es una de las consecuencias que ha dejado el conflicto armado en Colombia. Según un informe de la Jurisdicción Especial para la Paz, 18.600 menores de edad fueron reclutados entre 1996 y 2016, año en el que se firmó la paz entre el Estado y las extintas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

Pese a esto, las cifras de reclutamiento infantil han aumentado sustancialmente. Disidencias de las Farc son las principales responsables de este flagelo en la actualidad. Según la Defensoría del Pueblo, durante el primer semestre de 2024 se reportaron 159 menores reclutados. El 51% de los casos corresponde a niños indígenas.

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Durante el año anteriormente mencionado también se registró la captura de individuos que transportaban a adolescentes de un lado de Colombia al otro.

A lo largo del país, las estructuras disidentes han tomado la decisión de reclutar menores con el fin de aumentar el número de integrantes en sus filas - crédito @jhonjacome/X

No obstante, no todos los menores cuentan con la misma suerte. Según un informe de RCN, publicado en la tarde del 3 de febrero de 2025, una menor se escapó de un grupo criminal en Cauca, luego de ser captada por una estructura disidente en La Plata, Huila.

El padre de la menor fue entrevistado por el medio citado y afirmó que la pesadilla comenzó cuando del colegio en el que ella estudiaba la llamaron para advertirle que su hija no había entrado a clases: “Me llamaron y me dijeron que no había entrado a estudiar. Yo les digo, ‘¿Pero cómo, si fui yo el que la dejó adentro?’. Se salió con otra niña”.

Según comentó el hombre, su compañera habría convencido a la menor para que fueran a “ensayar, a experimentar, a ver cómo era eso, que igual en el momento en el que se quisieran ir, podrían hacerlo”. Pero todo era mentiras. Una vez fuera de las instalaciones escolares, se subieron a un par de motos que las condujeron hasta Cauca.

La Defensoría del Pueblo ha emitido alertas tempranas para advertir de la crisis que se puede avecinar por las acciones ilegales - crédito Colprensa

El hombre, cuya identidad fue reservada por seguridad, comentó al medio mencionado que su pequeña fue obligada a realizar diferentes pruebas bajo amenaza de muerte: “Mi hija me cuenta que en una ocasión le pasaron un arma para asesinar a un señor. Ella se puso a llorar y les dijo que no podía”.

El padre confirmó que las disidencias tienen bajo su poder a menores de trece años: “Ella llegó y me contó que había niños de once y doce años”. Asimismo, el padre mencionó que, como parte de la dotación, les entregan bombas artesanales dentro de sus maletas y que un par de semanas después de entrar a entrenamiento los arman: “Los bolsos que les dieron tenían bombas artesanales. A los diez días de ingreso, les cargaron un fusil. Les pasaban armas y les decían que dieran dos disparos: uno en la frente y en la nuca”.

Una vez conoció la desaparición de su hija, el hombre empezó a buscarla, tenía conocimiento de que podría haber sido reclutada, por lo que buscó contacto con el comandante de una de las estructuras que rondan por esta parte de Huila, con el fin de que su hija retornara al hogar: “Yo sabía que ella estaba allá, por lo que busqué hablar con el comandante, para que me la devolvieran”.

Tanto la JEP, como la Defensoría del Pueblo han advertido que en Colombia los más afectados son niños indígenas - crédito Colprensa

No obstante, en medio de la búsqueda, consideró que no había esperanza alguna y tenía el mal presentimiento de que un día “de pronto me llamaban para decirme ‘Venga recoja a su hija porque está muerta’”.

Pero en esta ocasión, la valentía de la menor fue importante para que se mantuviera con vida. Meses después del reclutamiento, optó por escaparse, y una vez estuvo lejos de sus opresores, se comunicó con su padre: “Mi hija logró llamarme. Me dijo, ‘Papi, yo me volé, nos ayudaron. Estoy en Popayán, no pude irme para El Plato, porque hay un retén de la guerrilla’.

Lograron verse diez días después, puesto que ella debió caminar para no ser capturada por retenes montados por las estructuras criminales. “Ella se vino caminando, llegó maltratada”, concluyó el padre de la menor.