La séptima carrera de este domingo en el hipódromo Independencia de Rosario no iba a pasar a la historia por tratarse de una prueba extraoficial. Se trató de un cotejo de esos que completan los programas con determinadas condiciones para inscribir a un caballo y se disputan sin ser computables para los registros del turf. Sin embargo, el drama se hizo presente en el final y por mucho tiempo será inolvidable.
A Engreído Cat, el número 6, no hubo manera de hacerlo ingresar en su gatera y, dada esa situación, fue retirado de la competencia. Se intentó una y otra vez, pero no quería saber nada. Al menos, eso parecía. Se sabe, un ejemplar indócil o que se golpea, no debe participar. Son señales que el starter contempla para no autorizarlo a correr.
Entonces, la autoridad tomó esa decisión en este caso y, mientras el resto de los participantes ingresaban a sus lugares, su jinete se bajó y se le quitó el equipo de montar. En esas ocasiones, al caballo se lo retiene detrás de los partidores y un asistente se encarga de alejarlo del lugar para que un palafrenero lo lleve más tarde de la rienda hasta la zona de la llegada.
Esta vez, Engreído Cat apenas estaba unos metros detrás de las gateras cuando escuchó el ruido de las puertas que se abrían y se asustó. Primero, se paró en sus patas. Después, empezó a hacerle fuerza al asistente. Y por último, dio un nuevo salto hacia atrás para escapar del lugar. No había querido ingresar en su lugar, pero el instinto estaba en flor de piel.
Pero claro, se largó a correr en el sentido inverso a lo que lo hacían quienes afrontaban los 1100 metros de carrera. El problema ganó en intensidad cuando no buscó otro camino para salir de la cancha y al dar vuelta en el codo e ingresar a contramano a la recta final se apareció por delante de los ejemplares que estaban definiendo un cotejo muy numeroso.
Ahí se supo que Dios no sólo es argentino, como rezar un dicho popular, sino también burrero. Durante varios metros pasó entre numerosos caballos que, por reflejos de los jockeys e instinto de los propios animales, fueron esquivándolo. El mismísimo Engreído Cat se volvió a asustar y frenó de golpe delante de uno de los que iba a ser su rival, cuando parecía que la tragedia golpeaba la puerta.
Sin embargo, “clavó los frenos”, se dio la vuelta casi dándose contra la empalizada y quedando medio cuerpo sobre la tierra y se puso a correr a la par de los últimos que llegaban a la meta. Un milagro había ocurrido. Los que estaban en el hipódromo y los que seguían la transmisión por YouTube habían contenido la respiración y se agarraban la cabeza. Nadie podía creer lo que había sucedido. Nadie cayó, asombrosamente.
Finalmente, el caballo indócil fue atrapado y volvió a su caballeriza a salvo, mientras todos se miraban sorprendidos por lo que habían vivido. Lo que pudo ser un accidente gravísimo y deja un alerta muy grande en los cuidados extremos que requieren este tipo de situaciones dejó como anécdota la victoria de… Dios Sol. Aunque parezca una broma, así se llama el número 11, el ganador de una prueba que inicialmente se mostraron los dividendos con normalidad y, media hora después de lo sucedido, se consideró anulada.