![Lu Shaye, en una imagen de archivo. (Chris Wattie/Reuters)](https://www.infobae.com/resizer/v2/SPVR5TYNNBTBWJTZLE2WLIJYXQ.jpg?auth=00dbcc17fc6b19eee749229ee66a78d28444f0f52f0d66b25c6fd8814f8df536&smart=true&width=800&height=533)
Ignorada por Trump, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, busca ahora nuevos horizontes comerciales. China apunta a ser uno de ellos. “Creo que también debemos esforzarnos por obtener beneficios mutuos en nuestra conversación con China”, afirmó. Incluso se llegó a deslizar la idea de posicionar al gigante asiático como un destino de inversiones.
Sin embargo, para desgracia de Bruselas, se topará con un hueso duro de roer. Este jueves, Pekín encargó a uno de sus embajadores más polémicos la tarea de gestionar las frágiles relaciones entre China y la Unión Europea. Se trata de Lu Shaye, el ex embajador de China en Francia, uno de los apodados “lobos guerreros” ―un término acuñado de la exitosa película Wolf Warrior y que hace referencia a una diplomacia agresiva― del servicio diplomático chino.
El portavoz chino de Asuntos Exteriores, Lin Jian, aseguró que Lu Shaye “contribuirá a promover el diálogo y la cooperación con Europa”, pero esta decisión es difícil de comprender por la manera en la que el diplomático es recordado en el continente.
La historia de este “lobo guerrero” es larga y conflictiva. En 2022, llegó a afirmar que los taiwaneses debían ser “reeducados”. Y durante la pandemia, desde su embajada en París, se dedicó a difundir desinformación que sugería que podría haber sido el ejército estadounidense el que “trajo la epidemia a Wuhan”. Sus insultos hacia funcionarios públicos occidentales le llevaron a ser citado hasta en dos ocasiones por el ministerio francés de asuntos exteriores.
Pero lo peor ocurrió el pasado 2023, cuando Lu Shaye se ganó la ira de los líderes europeos después de unas declaraciones en las que negó la existencia de las naciones que anteriormente formaron parte de la desaparecida Unión Soviética, entre ellas Ucrania. También se refirió a la provincia de Crimea como una “región rusa”. Aquellas palabras no sentaron tampoco bien en Pekín, que quiso desmarcarse de aquel comentario, algo que no suele ser muy usual. Desde aquella reprimenda, Lu no volvió a hacer mucho ruido y la diplomacia del “lobo guerrero” comenzó a desvanecerse.
El ‘tira y afloja’ con China
Describir la relación entre China y la UE es un asunto espinoso, pero igual puede aportar claves sobre el por qué este nombramiento. Por una parte, Pekín es considerado como socio en determinados aspectos, pero por otra parte, la economía china es considerada como un “rival estratégico” e incluso un enemigo. Ahora no atraviesa sus mejores momentos, especialmente desde que la Comisión Europea decidiese abrir una investigación que afecta al automóvil eléctrico chino alegando una vulneración de las normas de competencia, un asunto que fue contraatacado por el gobierno chino con una investigación sobre productos europeos.
Esta misma semana, el Ejecutivo comunitario decidió abrir otra investigación, esta vez a la plataforma de comercio electrónico Shein por vulnerar las leyes digitales de la Unión.
Si hay problemas internos, Xi está dispuesto a sacudir el tablero
Entonces, ¿qué sentido tiene este ‘fichaje’ en un momento tan tenso? ¿Están Pekín y Bruselas en la misma sintonía? Una fuente diplomática consultada por Infobae España aclara que, aunque sea lógico que la UE esté intentando hacer un esfuerzo con China después de la negativa de Trump, es necesario llevarlo a cabo “con cautela y precaución”.
El experto explica que, en los últimos años, Xi Jinping ha ido jugando a darle “más o menos” rienda suelta a estos “guerreros”, y por ello no debería la UE “hacerse ilusiones” de que los acuerdos lleguen a buen cauce. Además, un acercamiento a China puede ser contraproducente cuando siempre está la posibilidad de que Trump se entienda con su homólogo en el país asiático e incluso con el ruso Vladímir Putin.
Algunos expertos sugieren que el nombramiento de Lu puede significar el regreso de una postura combativa de China ante las restricciones de Bruselas, o incluso una estrategia para confrontar a Trump, al puro estilo Trump.
La misma fuente diplomática sugiere que, lejos de lo que parece más obvio, esta puede ser una maniobra de distracción para los problemas internos que afronta el gigante asiático. Lo cierto es que Xi Jinping tiene cada vez más retos, como la grave crisis inmobiliaria y una ralentización de su economía, y la situación de la ciudadanía es de descontento y preocupación crecientes. ”Hay incluso sectores en su propio partido que no están contentos con él y es posible que, si tiene problemas, sea capaz de sacudir el escenario diplomático”, afirma. “No creo que confiar en regímenes totalitarios sea el equilibrio”, sentencia.