El PRO santafesino formalizo su asamblea, pero enfrenta su peor retroceso electoral

Mientras en La Tatenguita el PRO santafesino celebraba la conformación de su primera Asamblea Provincial y hablaba de “pasos históricos” en términos de organización partidaria, en las calles de Rosario y Santa Fe capital la realidad es muy distinta: si se repiten los resultados de las PASO, el partido fundado por Mauricio Macri podría quedar sin representación en los concejos municipales de las dos ciudades más importantes de la provincia. Un escenario que marca el nivel de retroceso de un espacio que supo disputar gobernaciones, liderar bancadas legislativas y hasta quedar cerca de conducir la intendencia rosarina.

La paradoja es evidente: en lo institucional, el PRO intenta ordenar su estructura con nuevos órganos deliberativos y mensajes de unidad. Pero en lo político, la sangría de dirigentes, la pérdida de peso dentro del frente Unidos y el avance de La Libertad Avanza en su electorado, lo colocan al borde de la irrelevancia.

Un paso adelante… hacia atrás

La reciente asamblea provincial, presidida por la vicegobernadora y titular del partido Gisela Scaglia, con la elección de Cristian Cunha como presidente del cuerpo deliberativo, fue presentada como un hito partidario. Scaglia lo definió como “el inicio de una nueva etapa”. Pero los números y la dinámica interna del PRO muestran otra cosa: mientras se reparten cargos de funcionamiento interno, las bancas se esfuman y las bases territoriales crujen.

En Rosario, el PRO podría no lograr ni un solo escaño en el Concejo por primera vez desde 2009. Una década y media atrás, Laura Weskamp fue la primera concejala del partido en la ciudad. Desde entonces, el crecimiento fue sostenido: tres concejales en 2011, cuatro en 2015, seis en 2017. En su pico máximo, llegaron a tener nueve ediles en el Palacio Vasallo. Hoy, todo eso parece historia. Solo Anita Martínez podría retener una banca, y ni siquiera eso está asegurado.

La situación es igual o más crítica en la ciudad de Santa Fe, donde la falta de estructura, la ausencia de liderazgos fuertes y las disputas internas dejaron al partido sin chances reales de sostener su representación. Un retroceso que, de concretarse, sería histórico y evidencia de que el PRO atraviesa su peor momento en la provincia.

Crisis de conducción y fuga de dirigentes

Una parte del problema se explica por la conducción del partido en la provincia, señalada incluso por dirigentes que formaron parte del espacio. Gabriel Chumpitaz, hasta hace semanas uno de los referentes del PRO en el Congreso, oficializó su ruptura con la bancada para fundar “Futuro y Libertad”, un nuevo bloque liberal que apoya al presidente Javier Milei. “El PRO en Santa Fe se puso de rodillas ante los porteños”, sentenció.

A él se sumó Verónica Razzini, empresaria rosarina con llegada al mundo PyME. Ambos trabajan ya en la consolidación de un espacio que pretende capitalizar el corrimiento a la derecha de una parte del electorado santafesino, hoy seducido por las propuestas libertarias. “El PRO es Blockbuster en tiempos de Netflix”, dijo Chumpitaz en redes, marcando una metáfora tan dura como contundente.

No son los únicos. José Núñez, otro ex candidato competitivo del PRO, también juega en tándem con sectores libertarios y cuestiona abiertamente la alianza con el socialismo dentro de Unidos, a la que califica de “traición a los valores fundacionales”. A pesar de seguir dentro del bloque del PRO, en los hechos ya se mueve en otro eje político.

De aliados clave a convidados de piedra

La realidad es que dentro de Unidos para Cambiar Santa Fe, el PRO ocupa un lugar cada vez más lateral. Más allá de Gisela Scaglia como vicegobernadora, el partido apenas logró quedarse con un ministerio (Trabajo) y algunos cargos de segunda línea. El radicalismo y el socialismo ocupan el centro de la toma de decisiones. Como reconoció el propio Mauricio Macri: “El radicalismo es bravo cuando se trata de dar lugar”.

El malestar se extiende a la militancia y a quienes, desde abajo, siguen sosteniendo el nombre del PRO en cada distrito. “Hoy ponemos todo en la campaña, pero el partido pasó por momentos mucho mejores”, admitió el concejal Carlos Cardozo. La referencia es clara: sin representación y sin estrategia, ni siquiera ser parte del gobierno provincial parece evitar el desdibujamiento.

Una decadencia que excede a Santa Fe

El momento nacional del PRO tampoco ayuda. La disputa entre Mauricio Macri y Patricia Bullrich dejó al partido dividido entre quienes quieren mantener una identidad propia y quienes impulsan una fusión con La Libertad Avanza. Esa indefinición se traduce en los territorios, donde cada dirigente toma caminos distintos. Germana Figueroa Casas, por ejemplo, mantiene su alineamiento con Macri y aún no define si buscará renovar su banca. Luciano Laspina, otro referente, está prácticamente en pausa.

En este marco, la tan celebrada asamblea partidaria del PRO santafesino parece más una postal de nostalgia que una señal de futuro. El partido puede tener una nueva estructura interna, pero si no logra revertir la pérdida de representación en las principales ciudades y consolidar una estrategia política clara, el destino parece marcado.

Sin concejales en Rosario ni en Santa Fe, sin bancada propia en Diputados y con sus principales figuras jugando por fuera, el PRO en Santa Fe corre el riesgo de convertirse en un sello vacío, sostenido por cargos institucionales pero sin anclaje real en el electorado.